HOLOCAUSTO, ACOSO ESCOLAR Y CHIVO EXPIATORIO


Lo que más me llama la atención del acoso escolar es que lo llevan a cabo niños o jóvenes que acaban de dejar de serlo. Son alumnos que viven en casas de sus padres y que estudian en un centro escolar. Es, por tanto, un entorno en el que se les insiste y se les ha insistido durante años en un valor fundamental: el respeto al otro. Sin embargo, a pesar de la concienciación y de la información recibida desde la más tierna infancia, estos niños y jóvenes actúan de una forma, digámoslo con claridad, malvada.

.

Acoso escolar

¿De dónde sale tanta violencia contra un compañero? ¿Es algo que los niños han aprendido o forma parte de la naturaleza humana? Acercarse al acoso escolar (niños contra niños) es tremendamente interesante porque nos acerca a la violencia en su estado más puro y elemental.


Claro es que la reflexión que deberíamos plantearnos es si cada uno de uno de nosotros (tú, lector, y yo que escribo estas palabras) estamos libres de ejercer una violencia similar a la que ejercen los niños en el acoso escolar. Es lo que se pregunta en uno de sus artículos Iñaki Piñuel, psícólogo, profesor universitario y experto donde las haya en acoso escolar:


“¿Por qué somos capaces de identificar perfectamente todos y cada uno de los actos de violencia a nuestro alrededor, pero somos ciegos a nuestras propias violencias cotidianas, unas violencias que trivializamos y banalizamos?”

.

Acoso laboral

Parecería, en principio, muy forzado relacionar el acoso escolar y estas pequeñas violencias con el Holocausto. Sería dar un salto muy grande entre los medios utilizados por unos niños para fastidiar a otro niños y la gran maquinaria utilizada por el estado totalitario nazi para exterminar judíos en masa.


Pero sí hay relación. Y muy estrecha. De hecho, Iñaki Piñuel, basándose en el filósofo y ensayista René Girard, encuentra la misma raíz en la violencia ejercida en el acoso escolar y en el genocidio nazi, ejercido por “la nación más avanzada de su época” contra una minoría.


Tanto en el acoso escolar, como en los diferentes genocidios de la Historia de la humanidad, hay una dinámica en común que René Girard llama “mecanismo de chivo expiatorio”.

.

El “chivo expiatorio” se da cuando un grupo amplio decide, sin motivos reales, que una persona o un grupo menor son culpables y, por tanto, deben soportar la agresividad y el rechazo general. René Girard habla de “mecanismo” porque es algo que se dispara automáticamente y acaba, casi inexorablemente, con la degradación, la expulsión o la eliminación de la persona.


El grupo, cuando ha elegido un chivo expiatorio, se siente mejor porque se cohesiona. Antes, cada uno sentía un malestar individualmente, pero ahora coincide con el grupo en encontrar maldades y defectos en el chivo expiatorio.

.

Corte humillante de la barba a un judío polaco

La tensión va creciendo en torno al chivo expiatorio, hasta que se descarga la agresividad acumulada. O dicho en términos de la Biblia, una de las fuentes de René Girard, basta con que alguien arroje sobre la víctima la primera piedra, para que se desencadene contra ella, por imitación o mímesis, una incontrolable lluvia de piedras.


Este mecanismo se da una y otra vez en todos los grupos humanos. Cualquier incidente sirve para que un grupo de familiares, amigos, compañeros de trabajo o miembros de una comunidad más o menos amplia busque un chivo expiatorio. Es algo que se da constantemente en los medios de comunicación y en las redes sociales. Los políticos lo utilizan sin ningún tipo de pudor porque saben que conseguirán más votos demonizando al adversario que proponiendo ideas ilusionantes.

.

Mujer rapada en Francia tras la Liberación

El mecanismo del chivo expiatorio está tan dentro de cada uno de nosotros que considero pertinente trasladar algunas de las preguntas que se hace Iñaki Piñuel en su artículo “La violencia juvenil por fin explicada. La teoría mimética de René Girard”


“¿Por qué en todas las violencias, sean cuales sean sus modalidades y ámbitos, cada uno de los agentes violentos pretende desde la máxima sinceridad que “fue el otro el que comenzó”?


¿Por qué son tan contagiosos los actos grupales de violencia, contra otros o contra nosotros mismos (suicidios)?


¿Por qué los grupos humanos recurren habitualmente al uso de la violencia unánime contra uno de sus miembros para lograr rehacer la unidad perdida por los conflictos y rivalidades internas?


¿Por qué las peores violencias ocurren entre los iguales: hermanos, amantes, esposos, colegas, compañeros de colegio, socios, vecinos?


¿Por qué la violencia está cada vez más extendida en nuestra sociedad, a pesar de estar cada vez peor vista socialmente?».

 

En definitiva, la semilla de los crímenes colectivos se halla en pequeñas acciones que realizan las personas individualmente o en grupos reducidos. 

 

 

Deja una respuesta