Antes en los grupos de amigos había grandes diferencias de edad. Al obligar que les edades fueran parecidas en los colegios, las de los amigos también se uniformaron.
¿Hay diferencia de edad en el grupo de tus amigos? No me refiero a amigos con dos o tres años de diferencia, sino a diez o quince años. Lo cierto es que en la actualidad las grandes diferencias de edad tanto en las parejas como en los amigos son una excepción.
Hay que decir que esto no siempre ha sido así. Como tantos hechos sociales que consideramos naturales, la homogeneidad en las edades de los amigos empezó en un momento histórico determinado, concretamente en el siglo XVIII.
Hasta el siglo XVIII lo normal era que en los grupos de amigos hubiera personas con bastantes años de diferencia. Pero no solo entre los grupos de amigos, sino también en todo el sistema educativo, desde primaria hasta la universidad.
No era raro encontrar en una misma aula de primaria un niño de siete años y a otro de diecisiete. Algo similar sucedía en la universidad. En el último año de carrera podían ser compañeros un adolescente y un hombre entrado en años.
No había, por tanto, el horror que se da entre los educadores de hoy en día a los alumnos repetidores porque rompen la uniformidad de la edad. Tanto es así que, ahora, si un alumno no tiene conocimientos suficientes, se prefiere pasarlo de curso automáticamente antes que comparta clase con alumnos que tengan dos años de diferencia.
El hecho que en el sistema educativo se hiciera obligatorio y que las edades fueran uniformes, trajo como consecuencia que los grupos de amigos y, en parte las parejas también fueran homogéneos en edad.
La mezcla de edades desde la escuela hasta la universidad fue lo más habitual en el Antiguo Régimen. El criterio para agrupar a los alumnos no era la edad, sino como ha demostrado Philippe Ariès, el grado de conocimientos.
En la misma clase y recibiendo las mismas enseñanzas se juntaban los más pequeños con otros alumnos que les llevaban bastantes años, sin que ninguno de ellos hubiera repetido curso.
Por esta diferencia de edad, cuando en la escuela primaria se juntaban niños de corta edad con adolescentes, en algunos lugares a estos últimos se les llamaba “barbudos”.
Un ejemplo de esta situación se aprecia en una cita que Ariès recogió del Quijote. Teresa, la mujer de Sancho Panza, le recordaba a su marido, cuando éste decidió volver a lanzarse a la aventura, que su hijo ya no era un niño y que debía empezar a ir a la escuela:
«Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales, y es razón que vaya a la escuela, si es que tu tío el abad le ha de dejar hecho de la Iglesia».
La agrupación por conocimientos tenía ciertas ventajas. Hacía posible que los alumnos aventajados pasaran a los cursos que se adecuaban más a su capacidad, y que no estuvieran estancados en un curso con compañeros de su misma edad pero más atrasados.
Este era el caso de los alumnos especialmente dotados para los estudios y de los que tenían más base por haber sido enseñados por preceptores en su casa.

En efecto, los niños de familias acomodadas que estudiaban con preceptores en sus propias casas no seguían la trayectoria educativa de los niños que estudiaban en escuelas o colegios.
Cuando un niño educado por un preceptor ingresaba en un colegio se saltaba los tramos de enseñanza que se juzgaran oportunos.
Era muy común que un niño pasase, sin necesidad de haber estudiado la enseñanza primaria ni la secundaria, a las Facultades Menores, es decir, al bachillerato.
La clasificación de los alumnos por conocimientos que se practicaba en el Antiguo Régimen permitía que la rapidez con la que avanzaban en sus estudios los alumnos precoces y superdotados no fuera ningún problema.
Por el contrario, el sistema antiguo les permitía que terminaran sus estudios varios años antes que los alumnos normales.
La educación por medio de preceptores era mucho mejor que la que se daba en las escuelas y colegios. Los preceptores atendían las necesidades de cada niño individualmente, de modo que era frecuente que los niños normales educados en casa fueran muy adelantados con respecto a los que iban a las escuelas.
Texto relacionado con el libro El viejo truco del amor
