¿TÚ HAS SUFRIDO ACOSO ESCOLAR?


Pues sí. He sufrido acoso escolar. También, hay que decirlo, he colaborado en el acoso de alguno de mis compañeros de colegio y de algunos profesores; y he presenciado cómo se acosaba a alguien sin hacer nada para defenderlo. También, en alguna ocasión, he salido en defensa de la víctima.


Dicho con los términos apropiados, he sido seguidor o secuaz (no empecé el acoso, pero adopté un papel activo) testigo no implicado (observé lo que ocurría, pero no adopté ninguna postura) y defensor de la víctima (me disgustaba la situación y traté de ayudar).


Es más, creo que, tú que estás leyendo estas letras y que ya tienes cierta edad, si miras al pasado, encontrarás que también te viste implicado en una situación de acoso escolar. Puede ser como víctima, como acosador o como espectador. En ese tiempo lo veías como algo natural y no se te ocurrió acudir a alguna persona mayor (padres o profesores) para contárselo.

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Claro es que tampoco te habría servido de mucho comunicárselo a los adultos. Como tú pensarían que aquello era “cosa de chicos”. Posiblemente, si eras la víctima, te aconsejarían que te mostraras indiferente ante los motes y otras agresiones. Este sería, según ellos, el mejor modo de que, con el tiempo, tus acosadores se cansaran y se fijaran en otro para convertirlo en su víctima.


Estoy convencido de que una buena forma de luchar contra el acoso escolar es reconocer que, de alguna manera, participaste en un acoso escolar. Compártelo con tu círculo, es decir, con tus familiares y tus amigos. Si tienes hijos en edad escolar, sería importante que les contaras tu experiencia.


La bendita novedad de estos tiempos es que somos conscientes de que no es aceptable que un grupo de alumnos se ría o cometa agresiones contra un niño o un adolescente. Y no es aceptable por la más elemental norma ética que sustenta toda sociedad, a saber que al prójimo hay que, al menos, dejarlo en paz. En esto tiempos nos molesta que impere la ley del más fuerte y que se haga sufrir a alguien así como así.

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Podemos estar orgullosos de que nuestra sociedad haya cambiado de mentalidad en muchos aspectos. Hay una nueva sensibilidad por la cual la mayoría ha decidido hacerle la vida más fácil al débil, a las minorías y a los diferentes.


Es fácil observar esta nueva sensibilidad con solo darse un paseo por cualquier ciudad. En efecto, hace unos años para alguien que fuera en silla de ruedas era imposible pasear. Ahora en nuestras ciudades se ha facilitado el paso a las personas con discapacidad cambiando los bordillos de las aceras y llenando los espacios públicos de rampas.


También se aprecia esta nueva sensibilidad en la percepción de la homosexualidad. Antes el insulto peor que podía recibir un joven era “maricón”. Ahora ser homosexual ya no es vivido como un problema por muchos jóvenes y no tan jóvenes que manifiestan su homosexualidad abiertamente.


Lo cual no significa que hayamos dejado de actuar como una manada que busca descargar su agresividad injustificadamente. Basta con prestar atención a los medios de comunicación o participar en alguna red social para comprobarlo. Da la sensación de que estamos deseando que se ponga el foco en alguna persona por cualquier motivo para arremeter contra ella de forma desmedida. Los linchamientos morales están a la orden del día no solo en los medios de comunicación y en las redes sociales, sino en muchos grupos de personas.

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