¿A QUIÉN LE DIGO QUE SUFRO ACOSO ESCOLAR?


No lo dudes, a tus padres y a tus profesores.


Si has sido alumno mío, ya sabes perfectamente como actúo. Más o menos todos los profesores, cada uno con nuestro estilo, hacemos algo parecido.


Si te acercas a mí a decirme que un compañero te está molestando, te escucharé con atención en el pasillo o quedaremos en el recreo para hablar tranquilamente.


Lo importante es que ya me has puesto en marcha y te aseguro que, a partir de ese momento, conseguiremos con rapidez que tu compañero te deje en paz.


¿Es una pelea o hay acoso escolar? Es lo primero que debo tener claro. Reconocerás que a vuestra edad no paráis de chincharos y que sois muy físicos, es decir, siempre estáis jugando a cosas que implican tocarse los unos a los otros. Os gusta perseguiros, empujaros, hacer pulsos, etc. Una vez aclarado esto, pactaré contigo mis siguientes actuaciones.


Lo más habitual es que, tras hablar contigo, llame al compañero para que me dé su versión.


Para empezar, os lanzaré a ti y a tu compañero un mensaje muy claro. Nadie puede molestar ni pegar al otro, ni aunque sea en defensa propia. Si tu compañero te ha pegado o te ha insultado, y tú también le has respondido pegándole o insultándole, entonces los dos habéis hecho algo que está mal. No importa que el otro haya empezado. En los centros educativos no está permitido pegar ni insultar en ninguna circunstancia. Así de sencillo.


Pero ponte que ha quedado claro que tú compañero es el que empieza siempre. Entonces le transmitiré un mensaje fundamental: Él está obligado a dejarte en paz completamente. Si vuelve a molestarte, tendrá consecuencias.


Si tu compañero me asegura que ya no se meterá contigo y que no te agobiará más y tú quedas satisfecho con sus promesas, no tomaré ninguna medida. Claro está que no tiene que haber sucedido nada grave. A ti te insistiré que, a la mínima, por mínima que esta sea, que vuelva a molestarte, me lo cuentes.


Por mi parte, la cosa no queda ahí. Se lo comentaré a tu tutor y posiblemente también iré a jefatura de estudios. En caso de que sea tutor de ambos, intentaré conocer mejor la situación, preguntando al delegado de tu curso, a los compañeros ayudantes o a otros compañeros de mi confianza.


Al día siguiente, si no lo he hecho ya, en clase o en tutoría plantearé una pregunta a todo el grupo: ¿quién es más poderoso, el más fuerte y musculoso o el que tiene un bolígrafo? Tras hablar entre todos del asunto, quedará claro que el más fuerte es el que tiene un bolígrafo. Un juez, que no ha pegado un puñetazo en su vida, con un bolígrafo pone en marcha a los policías para que actúen como él les ordene. Un profesor o un jefe de estudios, cuando escriben un parte de amonestación ya han tomado una medida que tiene consecuencias. También el tutor, con nada más que un dedo, llama a los padres por teléfono para avisarles de que algo no va bien con su hijo.


Además, basta con que un alumno diga una palabra, que al fin y al cabo no es más que sonido y aire, contando que algo va mal para que los tutores, los profesores o el jefe de estudios se piensen si cogen el bolígrafo o no.


También hablaremos en clase o en tutoría de los chivatos. Si tú, por ejemplo, en un examen observas que alguien está sacando una chuleta para copiar en el examen, te levantas y lo cuentas al profesor, eso es de chivatos. ¿A ti que más te da que él copie? ¿Qué beneficio sacas con que el profesor le ponga un cero? Vive y deja vivir


En cambio, no es de chivatos actuar en defensa propia. Imagínate que un compañero te pega o te molesta, y te dice que no se lo digas a los profesores o a tus padres porque, si lo haces te pegará más y encima te convertirás en chivato.


¡Fíjate qué espabilado es ese compañero abusón! Quiere que seas tonto y cobarde. Tonto, porque aguantarás que te pegue cuando le apetezca; y cobarde, porque no te atreves a pararlo denunciándolo a un profesor. Pero tú ya conoces el lema, “¡Chivarse es de valientes! Stop Bullying”.


Ahora pasamos a otro nivel. Tu compañero te está acosando de verdad. No te deja en paz y te lo hace pasar muy mal. No le ha servido de nada las advertencias. Lo que le hemos dicho le entra por un oído y le sale por otro. En ese momento yo, como profesor o como tutor, y el jefe de estudios cogemos el bolígrafo y nos ponemos a escribir en serio. También con el dedo nos ponemos a llamar por teléfono a quien tengamos que llamar.


Se habrá activado el protocolo de actuación contra el acoso escolar del instituto. Si tu compañero hubiera sido listo y hubiera dejado de molestarte, no tendría que soportar la que le viene encima. Tendrá que hablar conmigo como tutor, con el jefe de estudios, con el orientador y hasta, puede ser, que con el director. Por supuesto que también tendrá que dar explicaciones a sus padres a los que, como comentaba antes, hemos llamado por teléfono. Todo eso aparte de la sanción correspondiente.


Imagínate que te dice que a la salida te espera para pegarte. Tú me lo cuentas enseguida o vas a jefatura directamente. Te aseguro que no te pegará y que llegarás tranquilamente a tu casa. Si es necesario, con mi dedo, llamaré a la policía.


Imagínate que te dice que cuando te vea por la calle, te vas a enterar. Tienes que saber que en cualquier cosa que se haga relacionado con el centro docente, aunque suceda fuera de su recinto, el centro docente tiene jurisdicción. O dicho de otro modo, que nos lo cuentas a los profesores, y el que se va a enterar será él


Pasa un tiempo y el acosador vuelve a molestarte. Quizá pienses que todo lo que han hecho los profesores, tus padres y los padres de él anteriormente no ha servido de nada. Pero, ¿por qué piensas? Actúa. Te doy mi palabra de que ni tus profesores ni tus padres nos vamos a aburrir ni a cansar de defenderte.


Y el acosador, que se prepare otra vez para hablar conmigo, el jefe de estudios, el orientador, el director y sus padres, además de cumplir con las sanciones que le van a caer encima. ¡Si yo fuera el acosador, por no aguantar otra vez el montón de entrevistas con los mayores, me habría quedado quietecito!


De todo este proceso, tanto tú como tu acosador acabaréis aprendiendo algo muy importante. La ley del más fuerte pasó a la historia. Es más, quien pega, siempre pierde (es uno de mis lemas). Vivimos en una democracia que está organizada para que todos tengamos instrumentos para defendernos del que abusa de los demás. Ya no vivimos en la edad de piedra. A los brutos prehistóricos que se relacionan a base de porrazos, ahora se les gana con un bolígrafo y con un dedo para llamar por teléfono.


Tu acosador quizá sea duro de mollera y te diga que eres un cobarde porque no te has defendido tu solo. Para empezar, el cobarde es él que se mete con el más débil. Precisamente el valiente has sido tú porque has superado tu miedo y tu vergüenza denunciándolo. Tú te has defendido de forma inteligente poniendo en marcha a un montón de personas. Yo, personalmente, te doy mi más sincera enhorabuena.

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