CUATRO ELEMENTOS
Tu cuerpo,
tumbado en la arena,
miraba hacia el sol.

El salitre
pincelaba de blanco
tu piel morena.

Tu pecho
subía y bajaba
con placidez.

Una ligera brisa
te acarició.
La agradeciste
con una profunda
respiración.

Tenías los ojos cerrados.
El rumor suave
de las olas
te adormecía.

Sentiste mi mirada.
Tu mano,
perezosamente,
me buscó.

DE PRONTO
De pronto, me siento inquieto;
las palabras suben incontenibles,
como burbujas,
y se van colocando en una frase
y, con suerte, en un poema.

Otras veces no hay palabras,
pero algo me bulle,
me desasosiega,
y me hace buscarte,
y sólo se calma
si te abrazo
y te digo que te amo.

Pero otras,
no hay frase ni poema,
ni sirve abrazarte,
ni decirte que te amo,
y se me agolpa en la garganta,
en los brazos,
en los ojos,
que el segundo pasa,
sin decirte,
sin hacerte saber
cuanto te necesito,
cuanto te amo.

ROBINSON ENAMORADO
Que lo sepa todo el mundo. Yo, Robinson Crusoe, he decidido que me quedo, que no regreso y que no me voy. Y para que nadie más me moleste, delante de los últimos marineros que han venido a rescatarme, he quemado mi balsa de troncos. A mi fiel Viernes le he dicho que muchas gracias por todo, que se puede marchar cuando quiera, pero mejor si es pronto y que hasta siempre.

Que quede claro, que no quiero ni salvarme ni que me salven. Que voy a tomar aliento y que me adentraré por entre la maleza de tu selva, que subiré tus montañas y me internaré en tus cuevas, que navegaré tus ríos y bucearé dentro de tus lagos, porque lo único que quiero y que deseo es descubrirte y perderme en ti para siempre.