¿LOS PROFESORES NO SE ENTERAN DEL ACOSO ESCOLAR?


Me permito trasladar un fragmento de uno de los mejores informes realizado en España sobre la violencia en los centros educativos, el del Defensor del Pueblo:


“Los profesores tienden a relatar más casos de maltrato que los alumnos, al menos cuando piensan en lo que ocurre en el conjunto del centro, no sólo en su clase. Probablemente esto se deba a que tienen contacto con un número más amplio de alumnos y acceden a más información que ellos. Este dato relativizaría la idea, habitualmente expuesta en la literatura sobre maltrato por abuso, acerca de que los docentes desconocen el problema”.

En otro estudio, esta vez realizado con una muestra menor, se dice “La percepción de los alumnos subraya que los profesores son activos en cuanto a la violencia escolar. Alrededor del 50 por ciento de los estudiantes refieren que los docentes trabajan e intervienen activamente y que se puede contar con ellos” (Díaz Aguado et al. 2004).


Por otra parte, según los estudios de referencia, las agresiones entre alumnos no son consideradas por los profesores uno de los principales problemas en sus centros. El abuso entre iguales tendría una importancia “media”. Las conductas disruptivas en clase, las malas formas o la falta de interés por el estudio les parecen más preocupantes.


Una vez desmentido el mito de que los profesores estamos en Babia y que somos una pandilla de pasotas e incompetentes, diré que sin ser, ni por asomo, el profesor más carismático ni el más cercano a los alumnos de mi instituto, observo y me llegan muchas situaciones problemáticas en las que tengo que tomar alguna medida. Lo cual no significa que me pasen desapercibidas algunas cosas de las que suceden incluso en mi propia tutoría.


No obstante, el acoso escolar tiene varias características que, a veces, lo convierten en invisible para los padres y los profesores. Cuando se produce acoso escolar, los alumnos se están saltando conscientemente las más elementales normas de convivencia. Ellos saben que el régimen disciplinario contempla sanciones para quien haga daño a un compañero. También conocen perfectamente que los profesores, como toda la sociedad, están muy sensibilizados con respecto al acoso escolar. Por ello, los alumnos establecen una espesa ley del silencio que resulta difícil de penetrar.

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