Juego de tronos borbónico
La misión principal de una reina española consistía en tener un hijo varón que asegurara la continuidad de la dinastía. No era una cuestión baladí. La muerte sin descendencia masculina del último Austria, Carlos II, llamado el Impotente, dejó sumida a España en la Guerra de Sucesión.
Fue una guerra internacional que enfrentó a todos los países europeos y en España tomó los rasgos de una guerra civil. Tras doce años de batallas, la paz se firmó en Utrecht y significó la entrada de la dinastía de los Borbones en España.
Felipe V, nieto de Luis XIV, fue proclamado rey a cambio de ceder numerosos territorios españoles de Europa y América.
Al poco de ser coronado, Felipe V promulgó la ley sálica, por la cual se excluía a las mujeres de la línea sucesoria, quedando las reinas reducidas definitivamente a ocupar un lugar secundario dentro de la casa real.
A pesar de ello, uno de los rasgos más notables de los reinados de los Borbones españoles del siglo XVIII, a excepción del de Carlos III que no quiso casarse tras enviudar, fue que las reinas influyeron muchísimo en los reyes y hasta gobernaron en nombre de ellos.
El primer rey Borbón de España, Felipe V, profundamente inestable, fue un ejemplo de ello. Reinaba con poder absoluto sobre un imperio, pero fue manipulado por dos mujeres que él no había decidido que estuvieran a su lado.
En efecto, al comienzo de su reinado entregó su voluntad a la princesa de los Ursinos y después a su segunda esposa, Isabel de Farnesio, la madre de Carlos III.
El deseo de Luis XIV de intervenir en los asuntos de Italia había llevado al monarca francés a casar a Felipe V con María Luisa de Saboya. En un principio, el Rey francés, que conocía el poco carácter de Felipe V, asignó como camarera mayor de la joven reina a María Ana de Tremouille, la princesa de los Ursinos, para impedir que la reina influyera en su marido.
No se sabe que fue peor, si el remedio o la enfermedad, porque fue la princesa de los Ursinos, con una gran capacidad para las intrigas palaciegas, la que gobernó el imperio español durante tres lustros.
El final de la influencia de la princesa de los Ursinos no pudo ser ni más brusco ni más desagradable.
Al morir la primera esposa de Felipe V y después de que fueran examinadas cuidadosamente las candidatas, se volvió a concertar otro matrimonio de Felipe V con la que parecía más dócil y sumisa, la italiana Isabel de Farnesio.
La princesa de los Ursinos, que quería seguir gobernando España a través del rey, fue a Jadraque a recibir a Isabel de Farnesio con el fin de ultimar los detalles de la boda y predisponerla a su favor. Tras haber hecho los obsequios debidos a Isabel, la princesa de los Ursinos le recriminó que hubiera llegado tarde y que no estuviera vestida a la española.
Enojada Isabel por estas observaciones, la abofeteó y mandó a sus guardias de corps que apartasen de su presencia a «aquella loca».
Esa misma noche, sin permitirle regresar a Madrid, la princesa de los Ursinos fue conducida por una escolta hasta la frontera francesa.
Texto relacionado con el libro El viejo truco del amor