Los títeres cobraron un gran auge gracias a la llamada máquina real. Las representaciones se hacían en Cuaresma, porque en este periodo estaba prohibido que los actores interpretasen obras de teatro. En cambio, se permitían los títeres porque estos no tenían alma. Al público le encantaban las comedias de capa y espada, las corridas de toros y las batallas navales con títeres.
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